La existencia es una maravilla
El “estado despierto” es el estado en que se duermen los sentidos a las sensaciones, vertiéndose en el propio interior, apagando la luz externa y encendiendo las luces de otros mundos.
Es morir a la existencia terrenal mientras se vive esa experiencia, es entrar en el propio universo, en el silencio del Microuniverso, del microcosmos, donde el Creador es Uno.
La percepción del ámbito del microcosmos se realiza con los ojos del alma, con los sentidos del alma, que son distintos a los sentidos habituales en que vivimos inmersos y que nos conectan con la realidad de este mundo de tres dimensiones.
Es entrar en un silencio diferente a lo que comúnmente conocemos, desaparece el sonido, desaparecen las palabras que nuestra mente constantemente usa, las frases que rondan nuestros pensamientos, se para el diálogo habitual que mantenemos con nosotros mismos.
Desaparece la vida tal como la conocemos, aparecen otras formas de vida desde ese silencio profundo, parece que en lugar de empequeñecerse el mundo en que estamos, o de empequeñecernos, asoma un universo inmenso y nos volvemos sin forma en medio de luces, colores y sonidos nuevos.
¿Es real todo aquello o sólo es lo que nosotros imaginamos?
Tiene forma, tiene vida, pero es distinto a lo que diariamente vivimos; también es vida. Allí están todos los mundos imaginados, las fantasías tienen existencia en esa realidad, los sueños se convierten en una realidad tangible.
Al entrar en ese silencio inicial que nos recibe solemnemente, vivimos la paz, la tranquilidad, el tiempo desaparece, desaparecen los apuros, las responsabilidades, los dolores, las angustias, en fin, aquello que aparentemente nos mantiene vivos, lo que llamamos tiempo se alarga, se encoge, cambia de forma, los minutos dejan de existir.
Es como quedarse quieto en algún lugar lejano, entre las estrellas, en la oscuridad más acogedora que podamos conocer … colgado en el espacio, sin tiempo, sin sonido, sin esperar nada, sólo estar allí, lejos del mundo conocido, tal vez más cerca de lo que somos realmente como seres, que habitualmente estamos compenetrados en este mundo físico en que vivimos.
Al ir hacia adentro salimos lejos, vamos a lo más profundo de nuestro interior y parece ser un punto lejano en el cielo conocido, entre las estrellas, en algún lugar indescriptible y maravilloso.
Despertar es dormir los sentidos para sentir con el alma, con el Ser que Somos, viviendo en el cuerpo que habitualmente creemos ser y que sólo es el vehículo que nos ha sido prestado para experimentar este mundo hermoso que hemos ido degradando, tal vez tanto como a nosotros mismos.
Es tan solo un paso, pues luego comienzan a asomar las maravillas, y viene a nuestro encuentro aquello que hemos buscado o lo que jamás imaginamos que podía ser.
Cada cual tendrá su propio encuentro con la Divinidad, de acuerdo a sus creencias. Los devotos encontrarán la razón de su devoción, vivirán el amor como sentían que debía ser, así lo experimentarán.
Quienes imaginaron estar creando su Edad de Oro, así lo vivirán, es la magia de la Eternidad, de lo Infinito, de lo insondable, es el Amor irradiando la vida que cada uno ha de vivir, es la vida envuelta en Amor.
Es la respuesta a todas las preguntas que alguna vez hiciste y nadie pudo responder, es la cúspide del origen de las religiones, del motivo de ser de ellos, es la respuesta a cada corazón que alguna vez rogó saber por qué estaba aquí.
El Encuentro Divino es así, es en nuestro Interior, en lo que Somos esencialmente.
Existen tantas verdades como seres humanos habitan el planeta, cada uno tiene su propia verdad. A su vez, grupos de seres humanos comparten la misma verdad y la humanidad en si misma tiene su propia verdad.
Cada cual con su propio misterio, con su propia interioridad, con su propio universo.
Necesariamente todo lo que sucede y se vive en el planeta tiene un sentido, es una maravilla observar y darse cuenta de cómo funciona la vida, de cómo se interrelacionan todos los hechos que ocurren.
El cuerpo humano es una maravilla. La naturaleza es una maravilla. El cosmos es una maravilla. Todo funciona perfectamente, sincronizadamente, todo tiene un sentido, nada es casual … la existencia es una maravilla.
Es morir a la existencia terrenal mientras se vive esa experiencia, es entrar en el propio universo, en el silencio del Microuniverso, del microcosmos, donde el Creador es Uno.
La percepción del ámbito del microcosmos se realiza con los ojos del alma, con los sentidos del alma, que son distintos a los sentidos habituales en que vivimos inmersos y que nos conectan con la realidad de este mundo de tres dimensiones.
Es entrar en un silencio diferente a lo que comúnmente conocemos, desaparece el sonido, desaparecen las palabras que nuestra mente constantemente usa, las frases que rondan nuestros pensamientos, se para el diálogo habitual que mantenemos con nosotros mismos.
Desaparece la vida tal como la conocemos, aparecen otras formas de vida desde ese silencio profundo, parece que en lugar de empequeñecerse el mundo en que estamos, o de empequeñecernos, asoma un universo inmenso y nos volvemos sin forma en medio de luces, colores y sonidos nuevos.
¿Es real todo aquello o sólo es lo que nosotros imaginamos?
Tiene forma, tiene vida, pero es distinto a lo que diariamente vivimos; también es vida. Allí están todos los mundos imaginados, las fantasías tienen existencia en esa realidad, los sueños se convierten en una realidad tangible.
Al entrar en ese silencio inicial que nos recibe solemnemente, vivimos la paz, la tranquilidad, el tiempo desaparece, desaparecen los apuros, las responsabilidades, los dolores, las angustias, en fin, aquello que aparentemente nos mantiene vivos, lo que llamamos tiempo se alarga, se encoge, cambia de forma, los minutos dejan de existir.
Es como quedarse quieto en algún lugar lejano, entre las estrellas, en la oscuridad más acogedora que podamos conocer … colgado en el espacio, sin tiempo, sin sonido, sin esperar nada, sólo estar allí, lejos del mundo conocido, tal vez más cerca de lo que somos realmente como seres, que habitualmente estamos compenetrados en este mundo físico en que vivimos.
Al ir hacia adentro salimos lejos, vamos a lo más profundo de nuestro interior y parece ser un punto lejano en el cielo conocido, entre las estrellas, en algún lugar indescriptible y maravilloso.
Despertar es dormir los sentidos para sentir con el alma, con el Ser que Somos, viviendo en el cuerpo que habitualmente creemos ser y que sólo es el vehículo que nos ha sido prestado para experimentar este mundo hermoso que hemos ido degradando, tal vez tanto como a nosotros mismos.
Es tan solo un paso, pues luego comienzan a asomar las maravillas, y viene a nuestro encuentro aquello que hemos buscado o lo que jamás imaginamos que podía ser.
Cada cual tendrá su propio encuentro con la Divinidad, de acuerdo a sus creencias. Los devotos encontrarán la razón de su devoción, vivirán el amor como sentían que debía ser, así lo experimentarán.
Quienes imaginaron estar creando su Edad de Oro, así lo vivirán, es la magia de la Eternidad, de lo Infinito, de lo insondable, es el Amor irradiando la vida que cada uno ha de vivir, es la vida envuelta en Amor.
Es la respuesta a todas las preguntas que alguna vez hiciste y nadie pudo responder, es la cúspide del origen de las religiones, del motivo de ser de ellos, es la respuesta a cada corazón que alguna vez rogó saber por qué estaba aquí.
El Encuentro Divino es así, es en nuestro Interior, en lo que Somos esencialmente.
Existen tantas verdades como seres humanos habitan el planeta, cada uno tiene su propia verdad. A su vez, grupos de seres humanos comparten la misma verdad y la humanidad en si misma tiene su propia verdad.
Cada cual con su propio misterio, con su propia interioridad, con su propio universo.
Necesariamente todo lo que sucede y se vive en el planeta tiene un sentido, es una maravilla observar y darse cuenta de cómo funciona la vida, de cómo se interrelacionan todos los hechos que ocurren.
El cuerpo humano es una maravilla. La naturaleza es una maravilla. El cosmos es una maravilla. Todo funciona perfectamente, sincronizadamente, todo tiene un sentido, nada es casual … la existencia es una maravilla.
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